¿Cómo funciona el dolor?

Introducción

Si tienes dolor crónico te preguntarás: ¿cómo funciona el dolor?

Técnicamente, el dolor se define como: «una experiencia emocional y sensorial desagradable asociado a daño real o potencial, o descrito en términos de dicho daño». Eso quiere decir que puede haber dolor en presencia de un daño (un esguince de tobillo, por ejemplo) o incluso sin haber daño en el tejido.

Pero antes de que conozcas mejor el dolor vamos a ver algunos conceptos básicos.

  1. El dolor es un sistema de alarma que avisa cuando hay peligro.
  2. El dolor es bueno para ti si sufres, por ejemplo, un esguince o una rotura muscular, porque te protege mientras te recuperas.
  3. Pero igual que otros sistemas, el sistema del dolor puede fallar.
    • Algunas personas no sienten dolor y esa situación es muy peligrosa porque se lesionan y no se dan cuenta.
    • En otros casos el sistema funciona mal porque produce demasiado dolor ante situaciones normales como el tacto suave, el movimiento normal, o incluso sin hacer nada. Una situación similar es cuando la alarma de un coche falla y solo con un ligero movimiento suena sola.
  4. La experiencia de dolor la genera el cerebro, ¡siempre!

¿Qué puede generar un sistema de dolor más sensible?

Ante una situación de daño real tu cuerpo libera sustancias que hacen que los nervios sean más sensibles y manden más información de peligro al cerebro. Es una manera inteligente de protegerte para cicatrizar tus tejidos. A veces, esa liberación de sustancias que sensibiliza a tus nervios se puede prolongar más tiempo de lo normal, incluso después de que el tejido haya cicatrizado.

Pero la buena noticia es que tu cuerpo también puede producir sustancias que hacen al sistema nervioso menos sensible. Luego verás cómo hacer que tu sistema nervioso esté menos sensible.

Hasta ahora hemos hablado principalmente de los nervios distribuidos desde la médula hasta todo tu cuerpo. No obstante, los científicos han descubierto que el cerebro también juega un papel importante en la experiencia dolorosa.

Piensa en las siguientes situaciones:

  1. Vas caminando por un camino y sale un perro enorme corriendo detrás de ti. Cuando empiezas a correr muy rápido te tropiezas con una rama y te haces una herida muy grande en la pierna. Seguramente en ese momento no se genere esa experiencia desagradable que conocemos como dolor y seguirás corriendo como si nada hubiera pasado.
  2. Probablemente alguna vez te habrás percatado de una herida pero no te acuerdas del momento en el que te la hiciste.

¿Cómo se explican esas situaciones?

Hoy en día sabemos que el cerebro puede producir sustancias que, en esos casos, hacen a los nervios menos sensibles y, por tanto, transmiten menos información de peligro al cerebro.

Es lo que se conoce como sistema de inhibición descendente. Ese sistema produce sustancias como endorfinas, dopamina o serotonina, entre otras, que se distribuyen por todo tu cuerpo.

El resultado es que el umbral del dolor es más alto: hace falta más estímulo para que se produzca dolor.

Como habrás entendido es crucial que activemos ese sistema de inhibición descendente, en otras palabras, tu farmacia interna.

Pero, al igual que tienes un sistema de inhibición descendente que reduce las señales de peligro al cerebro, tienes un sistema que hace que tus nervios sean más sensibles, se llama sistema facilitador descendente.

Ese efecto se produce por la liberación de colecistokinina, entre otras sustancias. Si ese sistema está más activo de lo normal va a producir que tus nervios sean más sensibles y manden más información de peligro de lo que deberían.

En esa situación un daño pequeño dolerá mucho o una lesión ya curada seguirá doliendo durante mucho tiempo: el umbral del dolor es más bajo.

Un ejemplo de facilitación descendente es la siguiente: si te pido que marques en una escala del 0 al 10 cuanto dolor experimentas al ponerte un hierro a -20°C en el dorso de la mano en dos situaciones:

a) Al mismo tiempo que se enciende una luz roja.

b) Al mismo tiempo que se enciende una luz azul.

¿Qué crees que ocurrirá? Pues que marcarás más (en algunos experimentos 3 puntos) cuando se enciende la luz roja que la azul.

¿Por qué? Pues porque socialmente el azul está asociado a tranquilidad, paz, relax, y por contra, el rojo está asociado a peligro. En el caso de la luz azul el cerebro activa el sistema inhibitorio descendente y el caso de la luz roja tu cerebro activará el sistema facilitador descendente.

Como habrás aprendido, es determinante activar el sistema inhibitorio descendente de tu cerebro.

El nuevo paradigma biopsicosocial

Además de los factores físicos (los llamaremos biológicos) que influyen en tu dolor y que has aprendido hasta ahora, la ciencia ha descubierto que otros factores también pueden alterar la sensación de peligro que llega al cerebro, son los factores psico-sociales.

De hecho, en la actualidad la ciencia deja claro que el dolor es una experiencia bio-psico-social.

Factores psicológicos:

  • Miedo a moverte (porque te han dicho que tienes una espalda frágil, una vértebra fuera de su sitio, una hernia o protusión discal, artrosis, escoliosis, hiperlordosis, rectificación cervical, etc.).
  • Ansiedad.
  • Depresión
  • Experiencias previas: haber tenido un dolor parecido previamente que costó resolver o que alguien te diga que empezó igual y al final acabó con dolor crónico intratable.

Factores sociales:

  • Creencias erróneas como que la postura incorrecta produce dolor, cargar peso desgasta las articulaciones, doblarse a coger algo del suelo es malo para la espalda, hacer sentadillas desgasta las rodillas, hay que darse masajes con frecuencia para descargar los músculos, etc.
  • Creer que los cambios degenerativos en la columna deben producir dolor.
  • Es importante que sepas que tener artrosis, protusiones o hernias discales, o la espalda desalineada, es totalmente normal en personas que no tienen dolor. Es como la piel, con el paso de los años se va arrugando pero no duele.

Pero, ¿cómo afectan los factores psico-sociales en el dolor?

Los factores psico-sociales activan el sistema facilitador descendente aumentando la producción de colecistokinina, entre otras sustancias. En consecuencia, el sistema del dolor se vuelve más sensible y estímulos inocuos se pueden convertir en dolorosos, o incluso producirse dolor en ausencia de ningún estímulo.

Y bien, ¿cómo puedes estimular el sistema inhibitorio descendente para aliviar el dolor?

El ejercicio terapéutico correctamente pautado es, según la evidencia científica, la intervención más potente para activar el sistema inhibitorio descendente.

Educación en neurociencia

Por otro lado, numerosos estudios han demostrado que se puede activar el sistema inhibitorio descendente con la educación del paciente, es decir, explicar al paciente cómo funciona el dolor realmente ya ayuda a reducir la experiencia de dolor. Mira la imagen 1.

En la imagen 1 ven los resultados de una resonancia magnética de una mujer con dolor lumbar que iba a ser operada. Tenía mucha preocupación y ansiedad. Resumiendo, cuanto más rojo en las imágenes más activación de áreas relacionadas con el dolor. Las imágenes corresponden a las siguientes situaciones.

  1. En la imagen de la izquierda se ve la actividad cerebral al pedirle extensión lumbar (anteversión de pelvis).
  2. En la imagen de la derecha se ve la actividad cerebral al pedirle extensión lumbar pero después de recibir 25 minutos de educación en neurociencia del dolor.

Papel de la atención en el dolor

Otro aspecto muy importante es el de la atención. Tu cerebro no puede prestar atención a todos los estímulos que recibe y aplica un filtro para no enloquecerte.

Si estás en una fiesta donde hay mucha gente es casi imposible prestar atención a más de una conversación, precisamente porque tu cerebro filtra la información. En el caso del dolor el cerebro pierde la capacidad de filtrar la información relacionada con el dolor de manera que presta más atención a esa información dándole más importancia.

Un caso real es cuando te van a poner una inyección, si miras hacia la aguja y aumentas la atención vas a experimentar más dolor que si no miras hacia ella.

También se ha demostrado que la distracción creada por la realidad virtual, o el uso de video juegos, reduce el dolor.

Si estuvieras viendo una película muy interesante tu atención en la trama sería tan intensa que probablemente no te enteres si alguien te hablara en ese momento.

Ejercicio terapéutico y atención

En este sentido el ejercicio terapéutico es una herramienta muy eficaz porque reduce tu atención en el dolor y se centra más en tu funcionalidad o capacidades físicas. Al contrario, si te centras en evitar el dolor probablemente tu cerebro se centrará más en las señales de peligro que provienen de tus nervios.

Por esa razón, los tratamientos pasivos (masaje, estiramientos, terapia manual, calor, etc.) no son efectivos a largo plazo porque centran la atención aún más en aliviar el dolor.

En definitiva, la educación y el ejercicio terapéutico son herramientas demostradas científicamente para el tratamiento del dolor crónico.

Referencias:

Louw, A., Puentedura, E. J., Diener, I., & Peoples, R. R. (2015). Preoperative therapeutic neuroscience education for lumbar radiculopathy: a single-case fMRI report. Physiotherapy Theory and Practice, 31(7), 496–508. http://doi.org/10.3109/09593985.2015.1038374

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